Crónica III Cross Paraíso Extreme

Sin recuperar la musculatura al cien por cien, tras el ascenso al Mulhacén llevado a cabo el fin de semana anterior (post en producción), nos presentamos en la Playa Paraíso donde arranca este Cross.

Buen ambiente previo a la salida, mucho corredor con familia y Jose Ramón Barberá amenizando los minutos previos, contagiando su fuerza a los que tratan de seguirle en la clase de spinning.

Como es habitual, un nutrido grupo de Runtritones se citan en esta carrera. Entre ellos, el vicepresidente Jorge Baena y mi querido compañero y «rival» Juanje. Lo de Jorge Baena no sorprende a nadie, es lo habitual verlo correr a ritmos enormes como si no estuviera haciendo nada, pero ¿Juanje? es todo un ejemplo de sacrificio y entrega, meses se ha pasado preparando la Ruta de las Fortalezas, pero lejos de quedarse ahí ha seguido luchando, ahora por conseguir un podium final en la Running Challenge, podium que, por descontado, conseguirá.

Muchos amigos y conocidos son los que me encuentro en los momentos previos a la salida. Una vez más, y comienza a ser una costumbre, mi mujer participa en la carrera, de lo que me enorgullezco sinceramente, pierdo una fotógrafa incansable pero gano una compañera de entrenos y carreras.

Y a todo esto, la carrera se retrasa 30 minutos, no hay arco de salida, sitúan un par de vayas unidas entre sí por una cinta detrás de la cuál nos vamos colocando.

La carrera empieza a un ritmo muy alto, mi cuerpo comienza bien, el corazón bombea rápido, siento las piernas ágiles, y me impongo el ritmo que considero puedo mantener y llegar bien al final de la carrera, pero estas sensaciones me duran muy poco, en cuanto la carrera alcanza el paseo de Islas Menores mis piernas empiezan a quejarse, siento que me pesan, pero aun así trato de mantener un ritmo alto. Es mucho el viento que sopla en dirección contraria en esta primera mitad del recorrido pero mi problema real es un desgaste excesivo que mi cuerpo viene sufriendo desde hace semanas y que en esta carrera ha hecho acto de presencia.

Mantengo a duras penas la distancia con los que me preceden pero pocos son los que me pasan, y es que, pese a mis malas sensaciones, mantengo un ritmo alto. En un momento dado siento una respiración profunda, que no de fatiga, al lado mía, Juanje ha llegado a mi altura, es cuestión de tiempo que se decida a seguir tirando pero, mientras, disfruto de su compañía.

Pasamos Camping Caravaning, km 2,2, cuando Juanje ha arrancado y trato de seguirlo. Nos adentramos en una zona de nadie que nos lleva a la frontera con Mar de Cristal, aquí trato de aumentar el ritmo pero no puedo ir mucho más rápido, es una sensación extraña, mi cuerpo no va a tope, siento que puedo ir más rápido, pero mis piernas no me lo permiten, no quieren correr más, están cansadas.

Así llegamos a la mitad del recorrido, giramos dirección de vuelta a Playa Paraíso, dejamos de lado el molesto viento pero comenzamos el tramo más duro. El paso por un par de zonas de playa me hace disminuir la zancada y aumentar el ritmo de pisadas tratando así de hundir el pie lo menos posible en la arena para no gastar energía en demasía.

Alcanzo, de nuevo, el paseo de Islas Menores, queda apenas 1,5 kms para la meta y, aunque sigo siendo incapaz de aumentar el ritmo, como estoy acostumbrado, estoy alcanzando corredores, pero pese a esto me siento frustrado, totalmente, no me había pasado esto jamás en una carrera.

Con un ritmo mantenido, apretando un poquito los últimos 100 metros, llego a meta en un  buen puesto final (nº 20 de la genera y 8º de mi categoría) pero con sensaciones muy malas. Carrera para olvidar, con una organización que dejó mucho que desear y, además, ¡¡estrenando categoría!! ¡¡Veterano A!! me estoy haciendo mayor…