Crónica II Barbudo Trail

Gracias al tiempo libre que mi maltrecho astrágalo me está permitiendo, comienzo en martes la redacción de una nueva crónica, y es que, este fin de semana, en la 2ª edición de la Barbudo Trail terminé mermado físicamente, un par de torceduras tuvieron la culpa, convirtiéndose en una inflamacion del ligamento peroneo astragalino. Apenas una sesión de fisio al día siguiente de la competición ha hecho que esté prácticamente olvidado…

La Barbudo Trail, Campeonato Regional Individual del Calendario FMRM 2015 de Carreras por Montaña, volvió a brillar a gran altura, tanto a nivel competitivo como organizativo. Sin duda es una de las mejores competiciones en las que he participado y, pese a su corta edad, una de las referencias del Trail Running a nivel Regional.

Llegamos con más de una hora de antelación a la empresa Jumsal, situado en la Sierra del Carche, Jumilla, donde se llevará a cabo la salida. Desde el primer momento, la organización se muestra solícita, organizando el estacionamiento de los coches conforme vamos llegando.

Cuando me he levantado, tal como me ocurrió la pasada semana, mi primera sensación ha sido muy positiva, me siento fuerte, tengo ganas de correr, estoy animado, creo que puedo mejorar mi crono del pasado año, y ese es el objetivo que me marco antes de comenzar.

Tras pasar al corralito y una corta espera, se da la salida. Salgo a tope, el primero kilómetro lo hago muy rápido, sé de la importancia que tiene llegar entre los primeros al comenzar el tramo de la Rambla.

Este tramo, pese a ser complicado y peligroso, lo comienzo con un ritmo alto, influenciado, sin duda, por el lugar de cabeza que ocupo. Pero los problemas comienzan pronto, en el kilómetro 2 de carrera me tuerzo el tobillo izquierdo por primera vez, sintiendo un gran dolor local. Esto que relato no es algo nuevo, llevo un par de meses que es raro el día que entreno que no me ocurre. A la mínima, mi tobillo izquierdo se tuerce y me provoca un gran dolor puntual, dolor que desaparece por completo unos minutos más tarde. Así me ocurre en esta ocasión, y tras unos cientos de metros durante los que tuve que bajar el ritmo, me recupero y puedo seguir sin más problema.

A todo esto, ya estamos ascendiendo a La Madame, es la primera de las dos subidas a esta montaña, el ascenso más sencillo de los dos, muchos kilómetros con un porcentaje de ascenso bajo que, pese a sus casi 800 metros de desnivel, no se me hace especialmente dura.

Subo con un buen ritmo y, en los tiempos intermedios que me he medido respecto al pasado año, soy consciente de que voy mejorando los parciales, minuto a minuto voy incrementando la diferencia. Sé que lo más duro, el tramo que caracteriza esta carrera y la dota de atractivo, está por llegar.

Una vez alcanzado el punto de avituallamiento situado en lo más alto de La Madame (kilómetro 7,7 aproximadamente), donde engullo un trozo de plátano y otro de naranja, comienza un tramo especialmente favorable para correr, eso sí, una vez superado un tramo de bajada de unos 500 metros realmente técnico donde no caerse puede considerarse un milagro. Este tramo lo hago con mucho cuidado y pese a mi poca habilidad en las bajadas, consigo terminarlo sin necesidad de tragar tierra…

Ahora sí, afronto 4 kilómetros totalmente favorables donde pongo a prueba mi buen estado de forma. Me vuelve a ocurrir, vuelvo a disfrutar de lo lindo, estoy forzando la maquinaria pero mi cuerpo se siente francamente bien. Pese a esto, hay auténticos especialistas bajando que te pasan a todo trapo, es realmente impresionante la facilidad pasmosa con la que algunos corredores se lanzan en tramos complicados hacia abajo, tienen toda mi admiración.

En pleno éxtasis alcanzo un nuevo avituallamiento, antesala de la gran batalla. La senda gira a la derecha, y justo delante se eleva La Madame mostrando la nueva vertiente de ascenso, aquella que nos llevará a ascender 600 metros en apenas 2 kilómetros.

Es una subida realmente dura que no parece acabar jamás, te exige lo máximo a nivel muscular y, cuando ya no quedan fuerzas, te exige lo máximo a nivel psicológico. Es un ascenso demasiado largo donde paso por todo tipo de sensaciones, al principio realmente positivas, con un ritmo vivo donde tengo la sensación de ir «rápido», voy alcanzando y rebasando a bastantes corredores, y les voy sacando metros de distancia. De repente mi cuerpo comienza a desfallecer muscularmente, tengo los cuádriceps al borde del colapso cuando llegamos a la mitad del ascenso, punto en el que el pasado año se encontraba el añorado Napoleón ¿dónde se habrá metido? En este punto alcanzo a un par de muchachos que me habían pasado en la bajada y, gracias a ellos y a sus continuos mensajes de ánimo consigo mantener sus ritmos, se conocen la subida y me van indicando qué nos queda por delante para que pueda regularme de la mejor forma posible. Cuando creía haber llegado a la cima, para mi sorpresa y frustración, aparece ante mí un último tramo de ascenso. Ya no tengo fuerzas, necesito pararme en un par de ocasiones y tomar aire, ahora sí, estoy sufriendo. Veo la cima, está ahí mismo, no me queda nada pero mi cuerpo no reacciona como quisiera, los últimos metros se me hacen eternos y mis compañeros de viaje se marchan ligeramente, pero no me importa, he ascendido más rápido de lo imaginado inicialmente y se lo tengo que agradecer a ellos.

Una vez terminada la ascensión y tras un pequeño cresteo y otra pequeña ascensión vuelvo a llegar a la cima de la Madame donde nos mezclamos con la categoría Promo de la Barbudo Trail. Desde aquí comienza el descenso que, a la postre, nos lleva a la meta. Lo duro ha quedado atrás, ahora lo importante es disponer de unas piernas «frescas» que te permitan tirar para abajo durante los 6,5 kilómetros que nos quedan para terminar la competición.

Esa es mi intención, me he recuperado rápido de la exigente ascensión, pero cuando comienzo a bajar empiezo a notar un pinchazo en el tobillo que me torcí al comienzo de la carrera. Es un dolor que, sin ser muy fuerte, es desagradable y no me permite correr a gusto pues se hace evidente cada vez que apoyo sobre el suelo irregular. Pese a todo, el ritmo es muy vivo y voy acercándome rápidamente a la meta.

En la parte final de la bajada nos mezclamos, de nuevo, con la Promo y el descenso, ya de por sí nada sencillo, se hace aún más complicado pues, en ocasiones, es difícil pasar a los corredores, algunos no se apartan y tienes que salirte del trazado para poder rebasarlos con el peligro que ello conlleva.

Apenas a 2 kilómetros del final, en un tramo técnico, cuando estaba bajando muy rápido pasando a muchos corredores, me vuelvo a torcer mi tobillo izquierdo. El dolor es similar, pero a diferencia de otras ocasiones, no se marcha, tengo que parar y andar durante unos metros temiendo ciertamente que pueda terminar corriendo la carrera con la pérdida de tiempo que ello me supondría. Poco a poco, paso a paso, incremento el ritmo, me pasan corredores pero a esas alturas me da igual, ahora sólo quiero terminar con el menor daño posible para facilitar una rápida recuperación posterior. Puedo trotar pero me tomo la bajada con mucha precaución, el dolor no se marcha y cuando no hago un apoyo totalmente limpio veo, literalmente, las estrellas.

Pero hoy tampoco me voy a quedar sin cruzar la meta, y tras un breve zigzag, alcanzo la carretera, estoy apenas a unos metros de meta, la tengo delante, y disfruto de mi llegada, estoy realmente satisfecho de lo conseguido, quizá me he dejado algunos minutos, sobre todo en esta última bajada, pero no me importa, el objetivo inicial está cumplido, he sido capaz de bajar 18 minutos la marca del pasado año, que no es poco…

¿Y ahora qué? Tras 3 semanas seguidas de competición, afronto un auténtico oasis hasta el esperado día 18 de Abril donde nos enfrentaremos a los 111 kms de la Ultrafortalezas. Me esperan días de entreno duro en cuanto me recupere de mis dolencias y, por qué no, quizá alguna competición por ahí en medio, está por ver. Os iré contando…